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Se supone que vivamos en una democracia representativa, donde ejercemos el poder político de manera indirecta al elegir representantes, mediante sufragio libre y de manera periódica, para que ejerzan el poder político. Pero mientras más leo, escucho y conozco lo que se está haciendo en Puerto Rico, más pienso en los feudos.
Es que, como se está desarrollando la cosa,
nos vamos pareciendo más a una sociedad feudal. Esta organización social de la
Edad Media -tan atrás estamos llegando- consistía en que los soberanos y los
grandes señores concedían tierras o rentas usufructo, que no es otra cosa que
otorgar el derecho a disfrutar de bienes ajenos con la obligación de conservarlos,
salvo que la ley autorice otra cosa.
Esto, obligando a quien las recibía a
guardar fidelidad de vasallo al donante, prestarle el servicio militar y acudir
a las asambleas políticas y judiciales que el señor convocaba. En otras
palabras, le da el beneficio, pero debe reconocerlo como superior y depender de
él, además de que tiene que servirle y apoyarlo en todo. Esto crea un vínculo
de dependencia y fidelidad.
¿Les suena? Es que si miramos lo que
sucede en el país, nos estamos asemejando a una sociedad feudal. Pareciera que
la idea es vender a Puerto Rico, por partes, al mejor postor. El país que era
de todos, ahora podría ser repartido entre unos cuántos; esto, gracias a nuestros
gobernantes.
Cosas como esta suelen suceder cuando
quienes gobiernan no tienen claro cuál es su función; que es administrar de
manera eficaz y eficiente los recursos del país para beneficio de todos.
Muchos han tomado su elección como carta
blanca para disponer de los recursos, no para beneficio del pueblo, sino para
ellos, para su partido o algunos de sus miembros, para los más cercanos o para
terceros. Sea cual sea la razón, es rendir un flaco servicio al pueblo que
depositó su confianza en ellos para que los representara.
Lo más terrible de todo, y es algo que
venía diciendo desde hace tiempo, es que esto ha coexistido con una estrategia
que lleva años implementándose buscando que una ideología política resultara siendo
vista como la salvación.
No conforme con eso, y aquí lo más
importante, somos una verdadera tentación para quienes nos tienen sometidos
como colonia por nuestra posición geográfica, recursos humanos y par de cosas
más. Y buscan sacarle el mayor beneficio al país, con la complicidad directa o
indirecta de algunos de los nuestros.
Y cuando hablo de estrategia, es un
patrón que se da y que ha sido y es estudiando. Si vemos las técnicas de
manipulación del lingüista y teórico estadounidense Noam Chomsky podemos decir
que se ha utilizado varias de ellas; pero sólo voy a mencionar dos que ejemplifican
lo que digo.
Las técnicas de crear problema y ofrecer
soluciones y la de gradualidad lo describirían. En la de crear problema y
ofrecer soluciones. Se provoca una situación para generar una reacción del
público y que pidan que aprueben o se hagan cosas que en otras situaciones no
se hubiesen aceptado.
Uno de los ejemplos que se usan para
explicar esta técnica es la creación de una crisis económica para luego, mostrar como un mal necesario
desmantelar los servicios públicos y el quitar derechos y beneficios. ¿Les
suena?
La de gradualidad, que va tomada de la
mano de la antes mencionada, busca que se acepte una medida inaceptable
–desempleo, privatizaciones, reducción de salarios y jornadas laborales, etc.-
aplicándola gradualmente, en cuestión de años, desgastando el sistema y a la
gente, porque si se decide aplicarlo todo a la vez, podría generar mucha
resistencia o una revolución.
Primero nos reducen a poco. Nos hacen
creer que no podemos hacer nada por nosotros mismos; que sin otros no podemos
subsistir. Muchos han comprado la retórica de que no tenemos recursos, que no
podemos gobernarnos por nosotros mismos y que tenemos que ser parte de otra
cosa para ser ‘algo o alguien’.
Nos endeudan. Descuidan la gestión
pública y hacen creer que es un problema y que lo mejor es privatizarla. No
actualizan ni la administración de los servicios, ni la planta física ni nada,
haciéndonos creer que al ser público no es posible mejorarlo.
El que un servicio sea trabajado por el
estado, no es sinónimo de deficiencia. Entonces, por unos cuántos millones ponen
en manos de otros los servicios del estado, alegando que se ofrecerá un mejor
servicio. El tiempo nos ha demostrado que no necesariamente es así; además de
que pueden resultar más caros.
Ahora también están buscando vender los
recursos naturales del país. ¿Qué se hace con todo ese dinero?, ¿A dónde va a
parar?, ¿A quién se le vende?, ¿Qué ganan unos y otros?, ¿Cómo es posible que
se venda lo que es de todos por aquello de ‘pagar la deuda’? Una deuda que en
realidad no sabemos si existe y de cuánto es. Al final, no hay nada claro.
Si no nos aguzamos, en un abrir y cerrar
de ojos viviremos en el feudo de Puerto Rico, donde el gobierno, por unos
cuántos pesos, le habrá entregado en bandeja de plata el país a unos pocos;
quienes dirán lo que se hace aquí y cómo y le pondrán el precio a todos los
servicios. Estaremos como ‘alquilados’ en nuestro propio país.
Y esto me recuerda la letra de ‘Hijos del
cañaveral’, de René Pérez, “Crecimos, pero pa’ que otro se aproveche, somos un
pueblo con dientes de leche. Los hijos del trabajo sin merienda. La limonada,
para el capataz de la hacienda”. Menciona, además, que “Somos los dueños de un
país sin dueño”.
Pero también menciona que “nuestro
aguante ha sido digno, somos los versos que no cantan en nuestro himno”. Y que
“Hay que soltar los barcos del muelle, esta carreta ya se mueve sin bueyes”. A
ver, si algún día dejamos el vasallaje y el servilismo y nos atrevemos.
Es momento de que empecemos a darnos
cuenta hacia donde nos van dirigiendo y lo que se busca. Tenemos que reaccionar
y meterle mano a la recuperación de este país; pero no dejándoselo a los
políticos que han antepuesto sus intereses y los de otros a los del pueblo.
Debemos encaminar el país al Puerto Rico
que queremos. Hagamos un plan de país, que sea beneficioso para la mayoría, no
para unos pocos. Porque si no, sin darnos cuenta pasaremos de ser una
“democracia representativa” a una sociedad feudal. Y eso sería, lamentable por
demás.
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